Uno de los deportes que más
opiniones contradictorias ha generado a lo largo de la historia es el
boxeo. El esfuerzo, la táctica y la rapidez de movimientos, confluyen
con los golpes, la sangre y los moratones. La peligrosidad que entraña
su práctica queda reflejada en la extensa lista de boxeadores que han perdido la vida encima del ring.
Además también cabe señalar los riesgos a largo plazo. Según un estudio efectuado sobre 30 boxeadores profesionales
por la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo (Suecia),
en colaboración con la Federación Sueca de Boxeo, realizado el año
pasado, el boxeo, en cualquiera de sus categorías, puede afectar al cerebro del que lo práctica.
Así, estos deportistas pueden padecer cambios en los fluidos cerabrales
tras las peleas, lo que señala un daño de las células nerviosas.
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